jueves, 23 de mayo de 2013

Era tarde ya...

Era tarde ya...
El cielo palidecía con cada minuto que se desgastaba en el tiempo y comenzaba a escurrir sus lágrimas, golpeando así el suelo con delicadeza y formando, caprichoso, pequeños charcos en todo su camino.
Sus ojos se veían serios, su cabeza deliraba cientos de ideas, sus pies andaban cansados y una pena en el alma no le dejaba soñar en paz.
Su rostro comenzó a empaparse y sus lentes se tran
sformaron en el vitral de un mundo loco que no paraba de correr.
Con seguridad y firmeza, avanzaba hacia su destino pero cada uno de sus pasos eran polvo en el viento y su rastro quedaba difuminado en el camino de concreto que dejaba tras de si.
Con seguridad y firmeza, continuaba avanzando, soñando despierto y suspirando entre cada respiro.
Con seguridad y firmeza, seguía su sendero, ocultando tanto la locura como la angustia que sentía.
Un rayo a la distancia hace vacilar el ritmo de su corazón y lo devuelve rápidamente a la realidad.
Aún con todo lo que carga, mira al cielo... sonríe y respira profundo... las agujas se quedan quietas contemplándole extasiadas... la esperanza le abraza suavemente y él, su sonrisa no vuelve a ocultar...
Es consolado el cielo y un rayo de sol se abre paso entre las nubes, dando nueva vida a su locura y embriagando su alma de una cálida ternura.


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